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Dios dijo: te llamarás Árabe, y creo al caballo.

18 Sep

Para algunos es el caballo estéticamente más hermoso, para otros quizás no tanto, pero lo que nadie puede discutir que es la raza más pura, con mayor historia y selección que jamás el hombre ha criado.

Una cabeza en forma de cuña y bien refinada, frente amplia, de ojos grandes, fosas nasales prominente y hocicos pequeños, son sus rasgos característicos, pero sin duda el de mayor diferenciación con respecto al resto de las razas, sea su perfil distintivamente cóncavo. El caballo árabe cautiva sin distinción al público con un simple movimiento, de andar armonioso, sus crines largas que acompañan su marcha como esfumando su contorno. El tiempo se detiene, las miradas quedan fijas y al verlos trotar libremente las voces de exclamación se concentran demostrando indiscutidamente quién es el padre de todas las razas.

El caballo de raza árabe debe su reputación a su inteligencia, carácter fuerte y resistencia sobresaliente. Con su cabeza característica y la cola siempre en alto, el caballo árabe es una de las razas de caballos mejor reconocidas en el mundo. Es una de las razas de caballo más antiguas, ya que hay evidencia arqueológica de hace 4.500 años de caballos muy similares a los árabes modernos.

Como rasgo llamativo, algunos caballos árabes, y no todos, tienen 5 vértebras lumbares en vez de las usuales 6, y 17 pares de costillas en vez de 18. Así, de este modo un árabe puede cargar un jinete pesado con facilidad, aunque sea de tamaño pequeño.

Los árabes fueron unos de los primeros que aplicaron el concepto de la cría y selección de animales en base a pedigrees, familias y corrientes de sangre. Buscaban entre otras cualidades, la pureza de origen, la resistencia y velocidad en las batallas; de esto dependía la seguridad y la vida del jinete que lo montaba.

Es la raza más antigua de la que se tienen registros conocidos. El primer caballo de carrera fue ÁRABE. A raíz de guerras y conquistas, al igual que el comercio la raza se expandió por diversos países, contribuyendo por sus condiciones naturales y por su tremenda preponderancia hereditaria, a generar razas de cualidades específicas que respondieran al propósito que se buscaba.

Nuestro país es uno de los pocos países del mundo occidental donde su cría se inicia con planteles importados exclusivamente del desierto de Arabia, es decir de su hábitat original y, por añadidura, con el solo fin de continuar la crianza del Árabe Puro. En el año 1892 Hernán Ayerza compra en Constantinopla al semental GAILAN y en Damasco adquiere una yegua llamada MAANAQUI, de esta manera los primeros ejemplares de ésta antigua raza ingresaban al país.

Actualmente los caballos árabes son utilizados para carreras, prueba de montados (con tambores, cañas y de destreza reducida) y principalmente endurance (una carrera o cabalgata de resistencia).

El caballo árabe tan reconocido dentro y fuera del ámbito ecuestre, que hasta atesora leyendas sobre origen, como una que dice así:

“Cuando Dios decidió crear al caballo, llamo al viento sur y le dijo: “de ti formaré un nuevo ser que llevará mi honor”, y el viento sur respondió: “Señor hazlo así”. Entonces Dios tomó un puñado del viento y sopló sobre él, y creo el caballo diciendo: “Tu nombre será Árabe y asociaré felicidad y bondad con el ondular de tu crin. Podrás volar sin tener alas y vencer sin tener espada. Pondré hombres sobre tu lomo, que me honrarán. Haré que sientas entrañable amor por tu dueño y que éste se enorgullezca de ti. Te doy preferencia sobre todos los animales.”

Desde los milenios de su existencia, el padre de todas las razas, el caballo árabe”.